Conozco un amigo que tenía una idea de negocio colaborativo ambiciosa. Relacionada con fotografía e imagen.
Como el objetivo era difícil de alcanzar a corto plazo estableció unas pautas o etapas, como una hoja de ruta. De esa manera se trataba de alcanzar pequeños objetivos con la finalidad de llegar al "grande", último y auténtico.
Se puso en contacto con las personas adecuadas. Les explicó que se necesitaba establecer un sistema mediante el cual, sin hacer un gran cambio en su sistema de trabajo habitual e individualizado, se pudieran llevar a cabo proyectos en colaboración, con mayores necesidades de equipo humano y tecnológico, los cuales, obviamente, eran más interesantes y rentables.
La fórmula beneficiaba a todos. Se llegaron a acuerdos sobre como remunerar el trabajo de cada uno, cómo ofrecerse a los clientes, qué herramientas utilizar, etc. Por todo ello se organizó una cena en la que se iban a reunir todos para terminar de definir flecos y cuestiones. Todos los asistentes ya estaban predispuestos e iban de buena voluntad. Nada malo podía pasar y la cena se desarrollaba con gran ánimo, ganas y entusiasmo. Parecía que se estaba llegando a un acuerdo.
Sin embargo, llegados a ese momento, mi amigo decidió sorprender a todos con "un paso adelante" mostrando a los asistentes un documento que había realizado en el cual se ponía negro sobre blanco todas las condiciones sobre las que se iba a llevar a cabo esta colaboración entre individuales para ser un conjunto. No contento con ello decidió que los asistentes harían bien en firmarlo esa misma noche, como muestra de su implicación en el proyecto.
El resultado fue un desastre. Algunas personas abandonaron la cena en ese mismo momento. Otros al terminar. Y unos pocos, los menos, se quedaron posteriormente, firmaron y salieron fuera a tomar unas copas. La realidad es que el proyecto nunca se llevó a cabo.
Mi amigo piensa que entre unas cosas y otras, las prisas, etc... hubo algo de malentendido y que por eso hubo quien no le pareció bien lo de la firma del documento.
Yo pienso que a personas adultas, que ya tienen predisposición por algo, que se están moviendo en una dirección en su día a día, no las puedes tratar como niños de "escoleta" que los sacas a pasear en fila india y dándoles indicaciones. Eso, en el fondo, se percibe como una forma de control y no gusta. Muy en el fondo las reglas te conducen a una situación de dominio como el que ejercía la Iglesia Católica, estableciendo lo que está bien y mal.
A día de hoy tengo claro que cuando alguien quiere comportarse como una buena persona no necesita más que voluntad y actuar en consecuencia. Todo lo demás, chirría.
Pero bueno, aquí estamos para hablar todos. ¿Qué opináis vosotros?
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