A veces la gente que me conoce se pregunta por qué voy a clases de teatro. Les resulta extraño. Me imagino que será una de esas asociaciones de ideas absurdas que imperan en las mentes de las personas y que dice que "alguien como yo" no tiene lugar en un entorno artístico, creativo y divertido. O quizá se trate de un prejuicio sobre el tipo de persona a la que le gusta el teatro y en el que yo no encajo, al estilo de lo que ocurre cuando alguien presupone que quien bebe cervezas sin alcohol es porque está enfermo.
La verdad es que yo no pretendo ser actor. Admiro a mis
profesores porque son muy buenos y yo no pretendo imitarles, copiarles u ocupar el espacio que ellos conquistan físicamente sobre el escenario y emocionalmente en la mente de los espectadores.
Además de ser
buenos actuando son buenos como profesores enseñando. Consiguen que el ritmo
de las clases sea ameno y, sobre todo, muy divertido. En todo momento tienes la
sensación de estar haciendo cosas con mucho trasfondo y muy útiles. Al final de cada clase terminas entusiasmado pensando en las aplicaciones que puede tener en tu vida los conceptos y técnicas asimiladas.
Y es que en el fondo
las clases de teatro son una forma de terapia. Imagino que cada alumno irá por
un motivo distinto pero, en mi caso, las clases de teatro se convierten en algo
muy necesario, algo que con el paso del tiempo sientes que tu cuerpo y tu mente te piden de forma natural.
En mi vida el día a día
está lleno de reglas, maneras correctas de hacer las cosas, resultados
matemáticos rodeados de un mundo de errores posibles que hay que
evitar, procedimientos semi-automatizados y vigilancia del cumplimiento de lo
esperado.
Las clases de
teatro son una válvula de escape ideal a este mundo de normas y en ellas lo errático es fuente de aciertos y recursos, donde lo inesperado es el objetivo buscado, donde hay múltiples maneras de conseguir resultados sin necesidad de seguir un proceso estricto. En el fondo es un estado de liberación total. Por eso me gusta tanto.
No quiero olvidarme otro aspecto muy importante; el componente de superación. El encontrarte a ti mismo haciendo cosas que no pensabas nunca que fueras a hacer. El atreverte a hacer cosas sin importarte la vergüenza, rompiendo unos límites auto-impuestos que en realidad no existen y trabajando todos estos aspectos en grupo, con los compañeros, sintiéndote arropado y formando parte de una comunidad de transgresores con los que se genera un sentimiento de grupo y equipo muy fuerte y que desemboca en gran amistad.
Llegados a este punto si alguien pregunta por qué voy a clases de teatro considero que una respuesta adecuada sería "¿Por qué no vas tú a clases de teatro?"
Yo me apunto a esta iniciativa. :)
ResponderEliminar"La manera correcta de hacer las cosas", siempre que no haya daño a un tercero, es la que te permite vivir sintiéndote pleno, felíz y en concordancia con lo que sientes.
ResponderEliminarBienvenida la libertad, siempre, ya que nos hace ser más auténticos y más humanos, y por tanto mejores personas.
Además en ese espacio y con esa gente, se respira una energía realmente especial.
Que muera la monotonía!