Hay un pensamiento que me viene a la cabeza en ocasiones:
Cada hora que estoy trabajando es una hora de mi vida que jamás volverá. Nada de lo que haga después me permitirá recuperarla.
Por eso cada hora quiero dedicarla a algo que me llene desde un punto de vista vital, que dé sentido a lo que hago.
- Unos clientes encantados con el buen producto / servicio que realizo.
- Un lugar de trabajo donde se tiene en cuenta la opinión de los trabajadores y sus aportes para la mejora de las cosas.
- Un lugar donde haya respeto y profesionalidad.
- Un gusto por las cosas bien hechas, por el bien de todos.
No hay que permitir llegar al punto en que la única variable observada en el negocio sean las ventas del día.
Hagamos lo necesario para incorporar la idea de la proactividad al día a día. Volvamos a consultar las veces que haga falta los vídeos, documentos, etc que hay en Internet si nos hemos olvidado y no perdamos nunca las ganas de seguir aprendiendo.
Las empresas tarde o temprano mueren. Se trata de reinventarse para no desaparecer.
Telefónica hace años que estaba poniendo cabinas en las calles, después del teléfono en casa quería ponerte el ADSL. Ahora tienen televisión digital por cable una vez han pasado por el satélite.
¿Crees que sería posible haber pasado por estas etapas con unos trabajadores que dijeran “es que mi trabajo es poner cabinas y nada más”?
Otra variable clave es la inversión. De lo que se gana hay que saber ahorrar una parte para poder invertir y convertir nuevos proyectos en realidades.
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